Madrugada abierta,
brecha en el alma.
Sopla suave el viento
y acuna las palmas.
Sonidos como lamentos
que flotan en la noche clara
salen de muy adentro
y son más que palabras.
El mar sereno y de plata
la orilla acariciaba,
una estampa tan hermosa
y solo la luna miraba.
La noche se había asentado,
ni se intuía el alba,
todo estaba tan calmado
que parecía que no acabara.
Callaron todas las voces
y el silencio contestaba.
La brisa con sus roces
traía olores y calma.
Tranquilas, dulces y mansas
se ven de este lado tus aguas
pero, sereno Mediterráneo
¡cuántas vidas te tragas!
Ya no es tiempo de sirenas,
tampoco se pierden los barcos
ni te surcan las galeras.
ahora es tiempo de pateras
son esclavos de otro bando
víctimas de nuestra era.
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