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viernes, 21 de septiembre de 2012

TIEMPO.

Paseando en espiral
por los caminos del tiempo,
que se encoje y se estira,
es tangible y es etéreo.

Redescubro mi ser,
mi cuerpo y mis pensamientos,
dejo a la luz crecer
y a veces la detengo.

Viento vuela y las maderas,
con todo su olor primero
me acompañan en mi crisálida
soñando-me los momentos.

Tiempo para ordenar,
para curar por dentro,
para pararme a llorar,
para reír de nuevo.





miércoles, 19 de septiembre de 2012

Que no, que no.

Recordando recuerdos jironeados,
muñecos de trapo desechos.
Desilachados sueños
que ni vuelan ni caminan,
ni van a ningún lado.

No hay razones ni cuentos,
que se puedan demostrar
siendo huérfanos de hechos.
La ilusión no se cotiza...

Que no, que no...
Que ya no puedo,
que a lo mejor no quiero.
Que no, que no...

Tiré de un hilo suelto,
y el muñeco se ha esfumado.
Entre los dedos de mi mano,
los restos de tu naufragio.

Dos botones, de ojitos,
y un trajecillo dorado.
Todo el resto era algodón,
algodón muy bien inflado.


Que no, que no...
Que ya no puedo,
que a lo mejor no quiero.
Que no, que no...


Que jugar si,
pero no con muñecos viejos.


domingo, 9 de septiembre de 2012

LUNA-RES


Contaban que sería azul...
Fue de lunares,
movidos por el viento,
bañados por el cante.

Sobre un acantilado
de versos mediterráneos,
de reencuentros prometidos
y abrazos reinventados.

Un reflejo y una tormenta
de luces sin rayos,
de tiempo tejido,
de palabras-regalo.

Carretera de piedra y polvo,
cortijo del aire,
que no faltaba pa respirar,
pa seguir respirando.,,

Contaban que sería azul
y la vi en tu cuello,
arropando reencuentros
con sus lunares blancos...




sábado, 8 de septiembre de 2012

LAVARSE LA CARA.

Con el frío de la mañana
me ha quedado todo claro.
El amanecer me esculpió una certeza
y una arruga en sábana verde manzana.

Llorar al despertar,
como quien riega la tierra...
Pintar una flor,
lavarse la cara.

Recuerdo la ultima luna
y me acostumbro a bailar sin luz.

Cuando no estás,
no haces falta.
Cuando no estás
no dueles.

El amanecer me ordenó
las hojas gastadas,
de un golpe certero,
al morir la cafetera.